Un mes de septiembre de hace pocos años, bajábamos de Calatayud siguiendo el curso del Jiloca, camino de Albarracín. Esta serie tuya, David, me regresa a los pueblos terrosos del trayecto, con sus soberbias torres mudéjares y las desiertas calles calcinadas bajo un sol aniquilante. La torre que se ve al final del callejón que has captado, tiene cierto aire mudéjar y, desde luego, el pueblo responde al patrón de los de esa parte de España, ásperos y amables a un tiempo. Ellos son un patrimonio valiosísimo que no debemos permitir que se pierda: a más alienación urbanita, a más tráfago insoportable de nuestras cada vez más impersonales e incordiantes ciudades, mayor valor les concedo estos reductos de humanidad casi perdida. Salud, David.
Estoy contigo, Federico. La sobria belleza de tantos pueblos de España, amables y ásperos. En realidad la belleza está en todas partes, sobre todo en quien mira. Y las fotos de este amigo nuestro soberbias, como siempre.
Estamos los tres de acuerdo una vez mas, es un patrimonio que hemos olvidado como tantas cosas buenas y que quiza esta crisis nos ayude a redescubrir. Todo no va a ser malo. Digo yo.
Después del mar, hoy toca secano!. Magnífico reportaje sobre este pueblo encantador, especialmente me gusta la tercera foto, con la puerta abierta a la calle. Una abraçada David
Lo curioso, es que nosotros tambien accedimos al pueblo por esta puerta. Vimos el calvario, entramos y en el otro extremo estaba el pueblo. Abrazos, Josep.
Me gusta como buscas para encontrar siempre el encuadre apropiado a lo que cada imagen quiere contar. Y además me parece interesante como trabajas las luces duras como la que muestras en este reportaje. Un abrazo David.
En estas tierras, Luis, la luz es dura como todo lo demas, el clima, la vida. Excepto la gente, aunque en Tronchón creo que no vimos a nadie. Abrazos, amigo Luis.
Un gran reportaje capaz por sí mismo de situar a Tronchón en los mapas y guías turísticas de España. Nada que añadir a lo ya dicho sobre encuadre y tratamiento de la luz, salvo una referencia anecdótica a ese gato equilibrista que duerme la siete en la balaustrada del balcón. Un abrazo,
Que rincones tan bellos David, buenos detalles y excelentes tomas. La última con el detalle del gato es muy buena. Y tienenes razón, la crisis nos devolverá valores que habíamos perdido ... Un abrazo
Un mes de septiembre de hace pocos años, bajábamos de Calatayud siguiendo el curso del Jiloca, camino de Albarracín. Esta serie tuya, David, me regresa a los pueblos terrosos del trayecto, con sus soberbias torres mudéjares y las desiertas calles calcinadas bajo un sol aniquilante.
ResponderEliminarLa torre que se ve al final del callejón que has captado, tiene cierto aire mudéjar y, desde luego, el pueblo responde al patrón de los de esa parte de España, ásperos y amables a un tiempo. Ellos son un patrimonio valiosísimo que no debemos permitir que se pierda: a más alienación urbanita, a más tráfago insoportable de nuestras cada vez más impersonales e incordiantes ciudades, mayor valor les concedo estos reductos de humanidad casi perdida.
Salud, David.
Estoy contigo, Federico. La sobria belleza de tantos pueblos de España, amables y ásperos. En realidad la belleza está en todas partes, sobre todo en quien mira. Y las fotos de este amigo nuestro soberbias, como siempre.
EliminarEstamos los tres de acuerdo una vez mas, es un patrimonio que hemos olvidado como tantas cosas buenas y que quiza esta crisis nos ayude a redescubrir. Todo no va a ser malo. Digo yo.
EliminarQué maravilla de pueblo!
ResponderEliminarTambién las fotografías son soberbias.
Un abrazo.
Es un bonito rincón que sorprendio gratamente, Balamgo. Abrazos.
EliminarDespués del mar, hoy toca secano!.
ResponderEliminarMagnífico reportaje sobre este pueblo encantador, especialmente me gusta la tercera foto, con la puerta abierta a la calle.
Una abraçada David
Lo curioso, es que nosotros tambien accedimos al pueblo por esta puerta. Vimos el calvario, entramos y en el otro extremo estaba el pueblo. Abrazos, Josep.
EliminarMe gusta como buscas para encontrar siempre el encuadre apropiado a lo que cada imagen quiere contar. Y además me parece interesante como trabajas las luces duras como la que muestras en este reportaje.
ResponderEliminarUn abrazo David.
En estas tierras, Luis, la luz es dura como todo lo demas, el clima, la vida. Excepto la gente, aunque en Tronchón creo que no vimos a nadie. Abrazos, amigo Luis.
EliminarUn gran reportaje capaz por sí mismo de situar a Tronchón en los mapas y guías turísticas de España. Nada que añadir a lo ya dicho sobre encuadre y tratamiento de la luz, salvo una referencia anecdótica a ese gato equilibrista que duerme la siete en la balaustrada del balcón. Un abrazo,
ResponderEliminarJa, ja, ya sabes como son los gatos. No debe haber muchos gatos sonambulos. Abrazos, Miguel.
EliminarLas fotos de Tronchón son magnificas.
ResponderEliminarUn saludo.
Gracias amigo, un saludo.
ResponderEliminarQue rincones tan bellos David, buenos detalles y excelentes tomas. La última con el detalle del gato es muy buena.
ResponderEliminarY tienenes razón, la crisis nos devolverá valores que habíamos perdido ...
Un abrazo
Me alegra que te gusten, Angel. Un abrazo, amigo.
ResponderEliminarBuena serie de fotos, un abrazo.
ResponderEliminarGracias por tu comentario Pepe. Abrazos, amigo.
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