A principios del pasado siglo, los quinientos vecinos de Villores, hombres, mujeres, ancianos y niños se dedicaban de sol a sol a la fabricación de alpargatas. Las calles del pueblo se poblaban desde temprano de decenas de bancos de trabajo haciendo corros en los que se sociabilizaba. Actualmente esta practica, si bien aun no ha desaparecido, se ha convertido en algo testimonial. Fotos de Pep Llorens. |
Un buen reportaje que nos recuerda la historia de ese pueblo en el que los hombres y mujeres trabajan unidos y hablan de sus cosas sin prejuicios absurdos. Un abrazo
ResponderEliminarPracticas que se van diluyendo hasta ser solo un recuerdo. Por desgracia. Un abrazo.
EliminarMai s'han d'oblidar les arrels i convé recordar-les de tant en tant.
ResponderEliminarUna abraçada Pep
Eixa es, Josep. Una abraçada, amic.
EliminarTradiciones que por desgracia se pierden, muy buen reportaje.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo Pep
Gracias en nombre de Pep. Un abrazo.
EliminarLos artesanos. Cuánta sabiduría! además pasan de generación en generación, su arte, sus métodos, sus secretos...
ResponderEliminarUn abrazo Pep
Gracias Gumer, en nombre de Pep. Un abrazo, amigo.
EliminarEncomiable la implicación de estos pocos vecinos, en mantener estas tradicionales fiestas, que nunca se deben de perder, para disfrute de las futuras generaciones.Yo soy muy tradicional y sigo usando en verano alpargatas de esparto, son fresquita, y lo mejor que hay para la circulación de las pies; vamos, un producto simpar, que ya quisiera tenerlas el doctor scholl, en su catálogo.
ResponderEliminarFelicidades a Pep, por tan excelentes reportajes.
Un fuerte abrazo.
En nombre de Pep y en el mio propio te devuelvo el abrazo redoblado.
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