Esos "percherones"... Que bonita imagén.. Es una edición no habitual en ti,pero igualmente bella.. Vamos que yo me marchaba de una para allá.. Un besazo majo :)
M'agrada molt, sobretot pel canvi que representa amb respecte als teus treballs habituals. Això demostra la polivalència i la qualitat del fotògraf en qualsevol terreny. Una abraçada David
(esas nubes quemadas, lo siento, nunca critico negativamente, pero es que una quemazón me escuece hasta el infinito... manías de vieja ya, así que ni cuenta) Un placer, de verdad, encontrar tu blog.
Hola, Sofía... David, acoge en tu seno a esta hermosa (lo es y cómo) dama sevillana, que un afortunado azar (azahar) me ha brindado. Es fotógrafa, poetisa y, como diría Manuel Machado: "...y Sevilla". Oso un beso de poseso a esa rosa.
Te agradezco tu cuita, David, pero te aseguro que no es necesaria. Me sentiría honrada de pertenecer a esa "masa" (en realidad, a la única). Te dejo de regalo, por el placer que tus fotografías me han deparado y por tu amabilidad, otra arma de seducción, no sé si masiva, pero que a mí al menos me subyuga, escrita por otro caballero. Un abrazo enorme. (lo dividiré en dos mensajes) Anónimo Sevillano (Epistola moral a Fabio) Fabio, las esperanzas cortesanas Prisiones son do el ambicioso muere Y donde al más astuto nacen canas. El que no las limare o las rompiere, Ni el nombre de varón ha merecido, Ni subir al honor que pretendiere. El ánimo plebeyo y abatido Elija, en sus intentos temeroso, Primero estar suspenso que caído; Que el corazón entero y generoso Al caso adverso inclinará la frente Antes que la rodilla al poderoso. Más triunfos, más coronas dio al prudente Que supo retirarse, la fortuna, Que al que esperó obstinada y locamente. Esta invasión terrible e importuna De contrario sucesos nos espera Desde el primer sollozo de la cuna. Dejémosla pasar como a la fiera Corriente del gran Betis, cuando airado Dilata hasta los montes su ribera. Aquel entre los héroes es contado Que el premio mereció, no quien le alcanza Por vanas consecuencias del estado. Peculio propio es ya de la privanza Cuanto de Astrea fue, cuando regía Con su temida espada y su balanza. El oro, la maldad, la tiranía Del inicuo procede y pasa al bueno. ¿Qué espera la virtud o qué confía? Ven y reposa en el materno seno De la antigua Romúlea, cuyo clima Te será más humano y más sereno. Adonde por lo menos, cuando oprima Nuestro cuerpo la tierra, dirá alguno: «Blanda le sea», al derramarla encima; Donde no dejarás la mesa ayuno Cuando te falte en ella el pece raro O cuando su pavón nos niegue Juno. Busca pues el sosiego dulce y caro, Como en la obscura noche del Egeo Busca el piloto el eminente faro; Que si acortas y ciñes tu deseo Dirás: «Lo que desprecio he conseguido; Que la opinion vulgar es devaneo.» Más precia el ruiseñor su pobre nido De pluma y leves pajas, más sus quejas En el bosque repuesto y escondido, Que halagar lisonjero las orejas De algun príncipe insigne; aprisionado En el metal de las doradas rejas. Triste de aquel que vive destinado A esa antigua colonia de los vicios, Augur de los semblantes del privado. Cese el ansia y la sed de los oficios; Que acepta el don y burla del intento El ídolo a quien haces sacrificios. Iguala con la vida el pensamiento, Y no le pasarás de hoy a mañana,
Ni quizá de un momento a otro momento. Casi no tienes ni una sombra vana De nuestra antigua Itálica, y ¿esperas? ¡Oh error perpetuo de la suerte humana! Las enseñas grecianas, las banderas Del senado y romana monarquía Murieron, y pasaron sus carreras. ¿Qué es nuestra vida más que un breve día Do apena sale el sol cuando se pierde En las tinieblas de la noche fría? ¿Qué más que el heno, a la mañana verde, Seco a la tarde? ¡Oh ciego desvarío! ¿Será que de este sueño me recuerde? ¿Será que pueda ver que me desvío De la vida viviendo, y que está unida La cauta muerte al simple vivir mío? Como los ríos, que en veloz corrida Se llevan a la mar, tal soy llevado Al último suspiro de mi vida. De la pasada edad ¿qué me ha quedado? O ¿qué tengo yo, a dicha, en la que espero, Sin ninguna noticia de mi hado? ¡Oh, si acabase, viendo cómo muero, De aprender a morir antes que llegue Aquel forzoso término postrero; Antes que aquesta mies inútil siegue De la severa muerte dura mano, Y a la común materia se la entregue! Pasáronse las flores del verano, El otoño pasó con sus racimos, Pasó el invierno con sus nieves cano; Las hojas que en las altas selvas vimos Cayeron, ¡y nosotros a porfía En nuestro engaño inmóviles vivimos! Temamos al Señor que nos envía Las espigas del año y la hartura, Y la temprana pluvia y la tardía. No imitemos la tierra siempre dura A las aguas del cielo y al arado, Ni la vid cuyo fruto no madura. ¿Piensas acaso tú que fue criado El varón para rayo de la guerra, Para surcar el piélago salado, Para medir el orbe de la tierra Y el cerco donde el sol siempre camina? ¡Oh, quien así lo entiende, cuánto yerra! Esta nuestra porción, alta y divina, A mayores acciones es llamada Y en más nobles objetos se termina. Así aquella que al hombre sólo es dada, Sacra razón y pura, me despierta, De esplendor y de rayos coronada; Y en la fría región dura y desierta De aqueste pecho enciende nueva llama, Y la luz vuelve a arder que estaba muerta. Quiero, Fabio, seguir a quien me llama, Y callado pasar entre la gente, Que no afecto los nombres ni la fama. El soberbio tirano del Oriente Que maciza las torres de cien codos Del cándido metal puro y luciente Apenas puede ya comprar los modos Del pecar; la virtud es más barata, Ella consigo misma ruega a todos. ¡Pobre de aquel que corre y se dilata Por cuantos son los climas y los mares, Perseguidor del oro y de la plata! Un ángulo me basta entre mis lares, Un libro y un amigo, un sueño breve, Que no perturben deudas ni pesares. Esto tan solamente es cuanto debe Naturaleza al simple y al discreto, Y algún manjar común, honesto y leve. No, porque así te escribo, hagas conceto Que pongo la virtud en ejercicio: Que aun esto fue difícil a Epicteto. Basta al que empieza aborrecer el vicio, Y el ánimo enseñar a ser modesto; Después le será el cielo más propicio. Despreciar el deleite no es supuesto De sólida virtud; que aun el vicioso En sí propio le nota de molesto. Mas no podrás negarme cuán forzoso Este camino sea al alto asiento, Morada de la paz y del reposo. No sazona la fruta en un momento Aquella inteligencia que mensura La duración de todo a su talento. Flor la vimos primero hermosa y pura, Luego materia acerba y desabrida, Y perfecta después, dulce y madura; Tal la humana prudencia es bien que mida Y dispense y comparta las acciones Que han de ser compañeras de la vida. No quiera Dios que imite estos varones Que moran nuestras plazas macilentos, De la virtud infames histriones; Esos inmundos trágicos, atentos Al aplauso común, cuyas entrañas Son infaustos y oscuros monumentos. ¡Cuán callada que pasa las montañas El aura, respirando mansamente! ¡Qué gárrula y sonante por las cañas! ¡Qué muda la virtud por el prudente! ¡Qué redundante y llena de ruido Por el vano, ambicioso y aparente! Quiero imitar al pueblo en el vestido, En las costumbres sólo a los mejores, Sin presumir de roto y mal ceñido. No resplandezca el oro y los colores En nuestro traje, ni tampoco sea Igual al de los dóricos cantores.
Una mediana vida yo posea, Un estilo común y moderado, Que no lo note nadie que lo vea. En el plebeyo barro mal tostado Hubo ya quien bebió tan ambicioso Como en el vaso múrrimo preciado; Y alguno tan ilustre y generoso Que usó, como si fuera plata neta, Del cristal transparente y luminoso. Sin la templanza ¿viste tú perfeta Alguna cosa? ¡Oh muerte! ven callada, Como sueles venir en la saeta, No en la tonante máquina preñada De fuego y de rumor; que no es mi puerta De doblados metales fabricada. Así, Fabio, me muestra descubierta Su esencia la verdad, y mi albedrío Con ella se compone y se concierta. No te burles de ver cuánto confío, Ni al arte de decir, vana y pomposa, El ardor atribuyas de este brío. ¿Es por ventura menos poderosa Que el vicio la virtud? ¿Es menos fuerte? No la arguyas de flaca y temerosa. La codicia en las manos de la suerte Se arroja al mar, la ira a las espadas, Y la ambición se ríe de la muerte. Y ¿no serán siquiera tan osadas Las opuestas acciones, si las miro De más ilustres genios ayudadas? Ya, dulce amigo, huyo y me retiro De cuanto simple amé; rompí los lazos. Ven y verás al alto fin que aspiro, Antes que el tiempo muera en nuestros brazos. (Desde Dámaso Alonso hay certeza en su atribución a Andrés Fernández de Andrada, 1575-1648)
Gracias, Sofía, por tan bonito texto lleno de sabias enseñanzas (confieso que me ha costado un poco de interpretar, pues en la transcripción se han roto las frases).
Lo siento muchísimo, david, discúlpamelo, calculé mal a la hora de copiártelo aquí, aparte de que el precario editor de comentarios en blogger (nulo, vaya) ha convertido un inmenso, imbricado y originalísimo soneto (al fin y al cabo una carta, con lo que las amo) en un casi vulgar romance en endecasílabos. Te dejo un enlace a mi blog donde puedes leerlo en condiciones (y hasta corregido, me he permitido la licencia, los copia-pega de internet es lo que traen, un punto y coma mal puesto, aparte de traicionar tdo el esfuerzo de una autoría, conllevan puñalás traperas hasta para el propio lector.) Con tu permiso y mi disculpa, porque estas acciones me sonrojan hasta el extremo, pero con toda mi mejor intención: http://www.sofiaserra.com/2014/11/anonimos-sevillanos-de-una-excesiva.html
Una fotografía excelente y una paisaje encantador, una maravilla!!!!
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Gracias Silvina, Un abrazo, amiga.
EliminarUna imagen muy bella... Idilica en el paisaje que nos brinda
ResponderEliminarUn abrazo
Niños y naturaleza. Un regalo para el espiritu.
EliminarAbrazos.
Imagen bellísima, y fotazo.
ResponderEliminarCon vuestro permiso, la tendré de salvapantallas para que me sirva de relax en estos días de nerviosismo ascendente.
Petons del Florestán
Nos encantara que la tengas.
EliminarUn petó, amic.
Buena foto la de Josep. Picos de Europa en estado puro y el añadido de los caballos para hacerla aún más interesante.
ResponderEliminarUna abrazo,
Gracias en su nombre, Miguel.
EliminarAbrazos.
Que guapaaaa...Como me gusta ver estos colores de vez en cuando;))))
ResponderEliminarGracias Josep.
Un beso
Un beso de su parte.
EliminarUn lugar para perderse, para disfrutar de él, naturaleza en estado puro...
ResponderEliminarAbrazos y buen fin de semana!!!
Gracias Javi, buen fin de semana, amigo.
EliminarEsos "percherones"... Que bonita imagén.. Es una edición no habitual en ti,pero igualmente bella.. Vamos que yo me marchaba de una para allá.. Un besazo majo :)
ResponderEliminarEs una foto de Josep y por eso no la he retocado demasiado.
EliminarBuen fin de semana, guapa.
M'agrada molt, sobretot pel canvi que representa amb respecte als teus treballs habituals. Això demostra la polivalència i la qualitat del fotògraf en qualsevol terreny.
ResponderEliminarUna abraçada David
Gracies, amic. Una abraçada.
EliminarEsta vez los bichos de Josep ni son pequeños ni son raros... Qué raro.
ResponderEliminarJa, ja, cierto, es raro.
EliminarQué buenos recuerdos (de los 12 años)... Gracias.
ResponderEliminar(esas nubes quemadas, lo siento, nunca critico negativamente, pero es que una quemazón me escuece hasta el infinito... manías de vieja ya, así que ni cuenta)
Un placer, de verdad, encontrar tu blog.
Ja, ja, gracias por tu critica, Sofia, Bienvenida a esta, tu casa.
EliminarUn saludo, nueva amiga.
Hola, Sofía...
ResponderEliminarDavid, acoge en tu seno a esta hermosa (lo es y cómo) dama sevillana, que un afortunado azar (azahar) me ha brindado. Es fotógrafa, poetisa y, como diría Manuel Machado: "...y Sevilla".
Oso un beso de poseso a esa rosa.
Hola, Fred. No merezco tan hermosa bienvenida, pero se la agradezco de corazón.
EliminarCuidado con Fred, Sofia, es un caballero de los que ya no quedan. Y sabe utilizar armas de seducción masivas. ;)
EliminarSe ve que eres un amigo, David.
EliminarTe agradezco tu cuita, David, pero te aseguro que no es necesaria. Me sentiría honrada de pertenecer a esa "masa" (en realidad, a la única).
ResponderEliminarTe dejo de regalo, por el placer que tus fotografías me han deparado y por tu amabilidad, otra arma de seducción, no sé si masiva, pero que a mí al menos me subyuga, escrita por otro caballero. Un abrazo enorme.
(lo dividiré en dos mensajes)
Anónimo Sevillano (Epistola moral a Fabio)
Fabio, las esperanzas cortesanas
Prisiones son do el ambicioso muere
Y donde al más astuto nacen canas.
El que no las limare o las rompiere,
Ni el nombre de varón ha merecido,
Ni subir al honor que pretendiere.
El ánimo plebeyo y abatido
Elija, en sus intentos temeroso,
Primero estar suspenso que caído;
Que el corazón entero y generoso
Al caso adverso inclinará la frente
Antes que la rodilla al poderoso.
Más triunfos, más coronas dio al prudente
Que supo retirarse, la fortuna,
Que al que esperó obstinada y locamente.
Esta invasión terrible e importuna
De contrario sucesos nos espera
Desde el primer sollozo de la cuna.
Dejémosla pasar como a la fiera
Corriente del gran Betis, cuando airado
Dilata hasta los montes su ribera.
Aquel entre los héroes es contado
Que el premio mereció, no quien le alcanza
Por vanas consecuencias del estado.
Peculio propio es ya de la privanza
Cuanto de Astrea fue, cuando regía
Con su temida espada y su balanza.
El oro, la maldad, la tiranía
Del inicuo procede y pasa al bueno.
¿Qué espera la virtud o qué confía?
Ven y reposa en el materno seno
De la antigua Romúlea, cuyo clima
Te será más humano y más sereno.
Adonde por lo menos, cuando oprima
Nuestro cuerpo la tierra, dirá alguno:
«Blanda le sea», al derramarla encima;
Donde no dejarás la mesa ayuno
Cuando te falte en ella el pece raro
O cuando su pavón nos niegue Juno.
Busca pues el sosiego dulce y caro,
Como en la obscura noche del Egeo
Busca el piloto el eminente faro;
Que si acortas y ciñes tu deseo
Dirás: «Lo que desprecio he conseguido;
Que la opinion vulgar es devaneo.»
Más precia el ruiseñor su pobre nido
De pluma y leves pajas, más sus quejas
En el bosque repuesto y escondido,
Que halagar lisonjero las orejas
De algun príncipe insigne; aprisionado
En el metal de las doradas rejas.
Triste de aquel que vive destinado
A esa antigua colonia de los vicios,
Augur de los semblantes del privado.
Cese el ansia y la sed de los oficios;
Que acepta el don y burla del intento
El ídolo a quien haces sacrificios.
Iguala con la vida el pensamiento,
Y no le pasarás de hoy a mañana,
Ni quizá de un momento a otro momento.
ResponderEliminarCasi no tienes ni una sombra vana
De nuestra antigua Itálica, y ¿esperas?
¡Oh error perpetuo de la suerte humana!
Las enseñas grecianas, las banderas
Del senado y romana monarquía
Murieron, y pasaron sus carreras.
¿Qué es nuestra vida más que un breve día
Do apena sale el sol cuando se pierde
En las tinieblas de la noche fría?
¿Qué más que el heno, a la mañana verde,
Seco a la tarde? ¡Oh ciego desvarío!
¿Será que de este sueño me recuerde?
¿Será que pueda ver que me desvío
De la vida viviendo, y que está unida
La cauta muerte al simple vivir mío?
Como los ríos, que en veloz corrida
Se llevan a la mar, tal soy llevado
Al último suspiro de mi vida.
De la pasada edad ¿qué me ha quedado?
O ¿qué tengo yo, a dicha, en la que espero,
Sin ninguna noticia de mi hado?
¡Oh, si acabase, viendo cómo muero,
De aprender a morir antes que llegue
Aquel forzoso término postrero;
Antes que aquesta mies inútil siegue
De la severa muerte dura mano,
Y a la común materia se la entregue!
Pasáronse las flores del verano,
El otoño pasó con sus racimos,
Pasó el invierno con sus nieves cano;
Las hojas que en las altas selvas vimos
Cayeron, ¡y nosotros a porfía
En nuestro engaño inmóviles vivimos!
Temamos al Señor que nos envía
Las espigas del año y la hartura,
Y la temprana pluvia y la tardía.
No imitemos la tierra siempre dura
A las aguas del cielo y al arado,
Ni la vid cuyo fruto no madura.
¿Piensas acaso tú que fue criado
El varón para rayo de la guerra,
Para surcar el piélago salado,
Para medir el orbe de la tierra
Y el cerco donde el sol siempre camina?
¡Oh, quien así lo entiende, cuánto yerra!
Esta nuestra porción, alta y divina,
A mayores acciones es llamada
Y en más nobles objetos se termina.
Así aquella que al hombre sólo es dada,
Sacra razón y pura, me despierta,
De esplendor y de rayos coronada;
Y en la fría región dura y desierta
De aqueste pecho enciende nueva llama,
Y la luz vuelve a arder que estaba muerta.
Quiero, Fabio, seguir a quien me llama,
Y callado pasar entre la gente,
Que no afecto los nombres ni la fama.
El soberbio tirano del Oriente
Que maciza las torres de cien codos
Del cándido metal puro y luciente
Apenas puede ya comprar los modos
Del pecar; la virtud es más barata,
Ella consigo misma ruega a todos.
¡Pobre de aquel que corre y se dilata
Por cuantos son los climas y los mares,
Perseguidor del oro y de la plata!
Un ángulo me basta entre mis lares,
Un libro y un amigo, un sueño breve,
Que no perturben deudas ni pesares.
Esto tan solamente es cuanto debe
Naturaleza al simple y al discreto,
Y algún manjar común, honesto y leve.
No, porque así te escribo, hagas conceto
Que pongo la virtud en ejercicio:
Que aun esto fue difícil a Epicteto.
Basta al que empieza aborrecer el vicio,
Y el ánimo enseñar a ser modesto;
Después le será el cielo más propicio.
Despreciar el deleite no es supuesto
De sólida virtud; que aun el vicioso
En sí propio le nota de molesto.
Mas no podrás negarme cuán forzoso
Este camino sea al alto asiento,
Morada de la paz y del reposo.
No sazona la fruta en un momento
Aquella inteligencia que mensura
La duración de todo a su talento.
Flor la vimos primero hermosa y pura,
Luego materia acerba y desabrida,
Y perfecta después, dulce y madura;
Tal la humana prudencia es bien que mida
Y dispense y comparta las acciones
Que han de ser compañeras de la vida.
No quiera Dios que imite estos varones
Que moran nuestras plazas macilentos,
De la virtud infames histriones;
Esos inmundos trágicos, atentos
Al aplauso común, cuyas entrañas
Son infaustos y oscuros monumentos.
¡Cuán callada que pasa las montañas
El aura, respirando mansamente!
¡Qué gárrula y sonante por las cañas!
¡Qué muda la virtud por el prudente!
¡Qué redundante y llena de ruido
Por el vano, ambicioso y aparente!
Quiero imitar al pueblo en el vestido,
En las costumbres sólo a los mejores,
Sin presumir de roto y mal ceñido.
No resplandezca el oro y los colores
En nuestro traje, ni tampoco sea
Igual al de los dóricos cantores.
Una mediana vida yo posea,
ResponderEliminarUn estilo común y moderado,
Que no lo note nadie que lo vea.
En el plebeyo barro mal tostado
Hubo ya quien bebió tan ambicioso
Como en el vaso múrrimo preciado;
Y alguno tan ilustre y generoso
Que usó, como si fuera plata neta,
Del cristal transparente y luminoso.
Sin la templanza ¿viste tú perfeta
Alguna cosa? ¡Oh muerte! ven callada,
Como sueles venir en la saeta,
No en la tonante máquina preñada
De fuego y de rumor; que no es mi puerta
De doblados metales fabricada.
Así, Fabio, me muestra descubierta
Su esencia la verdad, y mi albedrío
Con ella se compone y se concierta.
No te burles de ver cuánto confío,
Ni al arte de decir, vana y pomposa,
El ardor atribuyas de este brío.
¿Es por ventura menos poderosa
Que el vicio la virtud? ¿Es menos fuerte?
No la arguyas de flaca y temerosa.
La codicia en las manos de la suerte
Se arroja al mar, la ira a las espadas,
Y la ambición se ríe de la muerte.
Y ¿no serán siquiera tan osadas
Las opuestas acciones, si las miro
De más ilustres genios ayudadas?
Ya, dulce amigo, huyo y me retiro
De cuanto simple amé; rompí los lazos.
Ven y verás al alto fin que aspiro,
Antes que el tiempo muera en nuestros brazos.
(Desde Dámaso Alonso hay certeza en su atribución a Andrés Fernández de Andrada, 1575-1648)
Gracias, Sofía, por tan bonito texto lleno de sabias enseñanzas (confieso que me ha costado un poco de interpretar, pues en la transcripción se han roto las frases).
EliminarUn fuerte abrazo.
Lo siento muchísimo, david, discúlpamelo, calculé mal a la hora de copiártelo aquí, aparte de que el precario editor de comentarios en blogger (nulo, vaya) ha convertido un inmenso, imbricado y originalísimo soneto (al fin y al cabo una carta, con lo que las amo) en un casi vulgar romance en endecasílabos. Te dejo un enlace a mi blog donde puedes leerlo en condiciones (y hasta corregido, me he permitido la licencia, los copia-pega de internet es lo que traen, un punto y coma mal puesto, aparte de traicionar tdo el esfuerzo de una autoría, conllevan puñalás traperas hasta para el propio lector.) Con tu permiso y mi disculpa, porque estas acciones me sonrojan hasta el extremo, pero con toda mi mejor intención: http://www.sofiaserra.com/2014/11/anonimos-sevillanos-de-una-excesiva.html
EliminarGracias guapa, entro al momento.
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