Hola, David, muy contento de volver a saludarte a tu regreso de Lisboa. Hace un par de años, concretamente el 2 de abril de 2012, escribía servidor lo que sigue, fruto de mi amistad con unos lisboetas que celebraban la Semana Santa enrolados en una “irmandade” de las varias que compiten por cuál desfila más marcial y emperifolla con más tronío el trono, paso, carroza, o como quiera que se llame el artilugio porta-santos al uso en aquella bella ciudad que dices acabar conocer, pero que te aseguro que aún guarda muchos tesoros que has de descubrir, emboscados como están en la trama urbana de aquella fascinante ciudad. Colgaba, digo, esta parrafada en el blog de un amigo sevillano. Decía.... “Me entero por Pinto Ferreira de que, al concluir la procesión de esta tarde, nuestro común amigo el incombustible Diogo Vieira, de la Irmandade do Bon Jesús das Cuecas Vermelhas, fue echado de menos por los costaleros del paso de la referida cofradía. Hacía un buen rato que los demás irmaos se había puesto la ropa de calle y el bueno de Diogo "Cascarinhas" que no aparecía. Lo habían visto calzarse el capirote, ceñirse los grilletes a los tobillos y echarse la cruz de contrachapado a las espaldas; esto unos minutos antes de emprender marcha desde el Barrio Alto, camino de la Baixa. Y ahora que no aparecía. Llamaron al Nicola por si había decidido cambiarse en el cuarto de los camareros, como algún año anterior sabían que había hecho, pero nadie lo había visto por allí en toda la tarde. Me cuenta Pinto que en esto vieron venir, por fin, de la parte de Amoreiras a "Cascarinhas". Llevaba el capirote ladeado y ni rastro de las cruz. Cojeaba ostensiblemente. Como todos le acosaban con preguntas y reproches, explicó algo gacho que, nada más ponerse en marcha la comitiva de la Irmandade, había sentido cómo el dedo gordo de su pie izquierdo se había introducido en el carril del tranvía de la línea Folgoso-Alfama-Baixa-Amoreiras, de modo que, al no poder desencarrilarlo, se vio obligado a separarse de la comitiva y hacer el recorrido de la línea regular, por lo que le llevó su buena hora y media completar el circuito.. Se felicitaba -a pesar de lo bochornoso de la circunstancia- de que no hubiesen funcionado a aquella hora los tranvías lisboetas, para no interferir en los cultos de la Semana Santa. Me lo acaba de contar Pinto Ferreira y yo, lo digo aquí, por su evidente interés”. 7 de abril de 2012.
Ja, ja, me ha encantado la narración de las cuitas del pobre Diogo. Creo que tengo pillado al Bon Jesús das Cuecas Vermelhas, aunque las cuecas no se las vi. Te subo la foto y juzgas por ti mismo. Aclaro, no se si dije conocer, querria decir descubrir. Sería una osadia pretender conocer una ciudad como esta en dos ratos. Como tu dices aun guarda muchos secretos para mi, todos. Un abrazo, maestro.
Creo que fue por marzo del año pasado, nada más de empezar a mandar mis cosas al blog de nuestra común amiga la sin par Sol Pau, cuando le envié un comentario sobre una experiencia mía en Lisboa, al salir del elevador de Santa Justa, al lado de las ruinas del Carmo (hoy museo creo que arqueológico). Comentaba la gracia que me hizo entonces ver el ensayo de una banda de músicos en una vivienda que tenía abiertas las ventanas de la planta baja. Allí está para quien lo quiera leer. Salud.
Alucinante David. Una maravilla. Sabes que? Me gustaría verla en byn.
ResponderEliminarUn abrazo
Tus deseos son ordenes, ahi la tienes.
EliminarHola, David, muy contento de volver a saludarte a tu regreso de Lisboa.
ResponderEliminarHace un par de años, concretamente el 2 de abril de 2012, escribía servidor lo que sigue, fruto de mi amistad con unos lisboetas que celebraban la Semana Santa enrolados en una “irmandade” de las varias que compiten por cuál desfila más marcial y emperifolla con más tronío el trono, paso, carroza, o como quiera que se llame el artilugio porta-santos al uso en aquella bella ciudad que dices acabar conocer, pero que te aseguro que aún guarda muchos tesoros que has de descubrir, emboscados como están en la trama urbana de aquella fascinante ciudad. Colgaba, digo, esta parrafada en el blog de un amigo sevillano. Decía....
“Me entero por Pinto Ferreira de que, al concluir la procesión de esta tarde, nuestro común amigo el incombustible Diogo Vieira, de la Irmandade do Bon Jesús das Cuecas Vermelhas, fue echado de menos por los costaleros del paso de la referida cofradía.
Hacía un buen rato que los demás irmaos se había puesto la ropa de calle y el bueno de Diogo "Cascarinhas" que no aparecía.
Lo habían visto calzarse el capirote, ceñirse los grilletes a los tobillos y echarse la cruz de contrachapado a las espaldas; esto unos minutos antes de emprender marcha desde el Barrio Alto, camino de la Baixa. Y ahora que no aparecía. Llamaron al Nicola por si había decidido cambiarse en el cuarto de los camareros, como algún año anterior sabían que había hecho, pero nadie lo había visto por allí en toda la tarde.
Me cuenta Pinto que en esto vieron venir, por fin, de la parte de Amoreiras a "Cascarinhas". Llevaba el capirote ladeado y ni rastro de las cruz. Cojeaba ostensiblemente.
Como todos le acosaban con preguntas y reproches, explicó algo gacho que, nada más ponerse en marcha la comitiva de la Irmandade, había sentido cómo el dedo gordo de su pie izquierdo se había introducido en el carril del tranvía de la línea Folgoso-Alfama-Baixa-Amoreiras, de modo que, al no poder desencarrilarlo, se vio obligado a separarse de la comitiva y hacer el recorrido de la línea regular, por lo que le llevó su buena hora y media completar el circuito.. Se felicitaba -a pesar de lo bochornoso de la circunstancia- de que no hubiesen funcionado a aquella hora los tranvías lisboetas, para no interferir en los cultos de la Semana Santa.
Me lo acaba de contar Pinto Ferreira y yo, lo digo aquí, por su evidente interés”.
7 de abril de 2012.
Ja, ja, me ha encantado la narración de las cuitas del pobre Diogo. Creo que tengo pillado al Bon Jesús das Cuecas Vermelhas, aunque las cuecas no se las vi. Te subo la foto y juzgas por ti mismo. Aclaro, no se si dije conocer, querria decir descubrir. Sería una osadia pretender conocer una ciudad como esta en dos ratos. Como tu dices aun guarda muchos secretos para mi, todos. Un abrazo, maestro.
EliminarCreo que fue por marzo del año pasado, nada más de empezar a mandar mis cosas al blog de nuestra común amiga la sin par Sol Pau, cuando le envié un comentario sobre una experiencia mía en Lisboa, al salir del elevador de Santa Justa, al lado de las ruinas del Carmo (hoy museo creo que arqueológico). Comentaba la gracia que me hizo entonces ver el ensayo de una banda de músicos en una vivienda que tenía abiertas las ventanas de la planta baja. Allí está para quien lo quiera leer.
EliminarSalud.
Curioso, arriesgado y desde luego original encuadre. Un abrazo,
ResponderEliminarDesde el mismo Elevador de Santa Justa. Abrazos.
EliminarSi la composició es impressionant, l'edició que has treballat, encara ho es més.
ResponderEliminarUna abraçada David
Gracies amic. Una abraçada.
EliminarEsta la has hecho desde el elevador;) Menudas vistas hay desde arriba.
ResponderEliminarUn beso.
Ja, ja, bien lo sabes. No hubiera reparado en ello de no estar ese coche antiguo tan bien colocado, pero me vino al pelo. Je, je.
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