Solo la terquedad del concejal de festejos hizo posible que no se demoliera el arruinado coso, pero ni un cobre volvió a salir de la faltriquera municipal para que se sostuviese en pie. Porfiando a brazo partido con la facción animalista del consistorio, consiguió aquel salvar dos becerradas y una lidia de erales para cuando las fiestas de la Virgen, en setiembre. Las azafraneras, en ciertas tardes de finales del verano, seguían ocupando el ruedo en su labor de "esbrinao" del azafrán, y el año pasado, por las fiestas, estuvo a punto de producirse una desgracia. La falta de mantenimiento de los portones hizo que el de toriles no fuese capaz de enchiquerar con solvencia unas reses que se iban a lidiar al día siguiente y que, a base testarazos y de cornadas, destrozaron el maltrecho tablero y salieron con muy malas intenciones hacia la asamblea azafranera, que huyo despavorida a refugiarse tras la barrera. Solo la señá Herminia sufrió un alcance y terminó con una cornada de menor importancia en uno de los glúteos, pero que no impidió que alcanzara a refugiarse tras las tablas. En la foto verán ustedes el estado del portón de toriles, unos meses antes del incidente.
Una imagen de abandono, ilustrativa de la despoblación de gran parte del mundo rural.
ResponderEliminarUn abrazo.
Despertando del olvido, esperemos. Abrazos.
Eliminar¿El toril?
ResponderEliminarJa, ja, nooo. Para pocos envistes esta la puerta. Se trata de una casa de campo, el establo.
EliminarSolo la terquedad del concejal de festejos hizo posible que no se demoliera el arruinado coso, pero ni un cobre volvió a salir de la faltriquera municipal para que se sostuviese en pie. Porfiando a brazo partido con la facción animalista del consistorio, consiguió aquel salvar dos becerradas y una lidia de erales para cuando las fiestas de la Virgen, en setiembre.
ResponderEliminarLas azafraneras, en ciertas tardes de finales del verano, seguían ocupando el ruedo en su labor de "esbrinao" del azafrán, y el año pasado, por las fiestas, estuvo a punto de producirse una desgracia. La falta de mantenimiento de los portones hizo que el de toriles no fuese capaz de enchiquerar con solvencia unas reses que se iban a lidiar al día siguiente y que, a base testarazos y de cornadas, destrozaron el maltrecho tablero y salieron con muy malas intenciones hacia la asamblea azafranera, que huyo despavorida a refugiarse tras la barrera. Solo la señá Herminia sufrió un alcance y terminó con una cornada de menor importancia en uno de los glúteos, pero que no impidió que alcanzara a refugiarse tras las tablas.
En la foto verán ustedes el estado del portón de toriles, unos meses antes del incidente.
Ja, ja, estampa manchega digna de Almodobar. Siempre brillante en estas suertes, maestro. Un abrazo.
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